Tras el vendaval,
tras el goce de viento, sal y arena,
recolocamos, de nuevo, las fichas
con las que dar inicio a la nueva partida.
Arden las comisuras heladas de los glaciares
adentrándose en sus nichos de cieno,
calmando el deseo de las entrañas de la
[tierra.
Y tú no estás, sólo queda
un rastro de energía entre las nubes,
un sueño de polillas en busca de luz.
La claridad del mar era única en tus ojos.
Nacho Montoto.-
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